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Nacional

“Mineria sí, pero no así”

Por Eudoro Álvarez Cohecha  

El jueves 30 de julio, marcharon en Granada, capital del Ariari, gentes de diferentes condiciones y origen, convocados por organizaciones como las Mesas hídrica y la Minero energética, exigiendo que se les margine de la explotación petrolera, que deteriora la actividad agropecuaria, su ancestral forma de realizar sus proyectos de vida y amenaza el provenir del río que le da nombre a la región. El arroz, el maíz, el plátano, la yuca, los frutales y la ganadería en sus distintas modalidades resultan afectados por la actividad minera y reclaman el retiro de las compañías que pretenden extraer el crudo en caso de encontrarse.

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Por Eudoro Álvarez Cohecha  

El jueves 30 de julio, marcharon en Granada, capital del Ariari, gentes de diferentes condiciones y origen, convocados por organizaciones como las Mesas hídrica y la Minero energética, exigiendo que se les margine de la explotación petrolera, que deteriora la actividad agropecuaria, su ancestral forma de realizar sus proyectos de vida y amenaza el provenir del río que le da nombre a la región. El arroz, el maíz, el plátano, la yuca, los frutales y la ganadería en sus distintas modalidades resultan afectados por la actividad minera y reclaman el retiro de las compañías que pretenden extraer el crudo en caso de encontrarse.

Estas protestas en contra de la presencia petrolera, se tornan habituales ante signos concretos de su incidencia negativa en el bienestar de las gentes en sus territorios.

En la cordillera, no se les quiere, pues desde la sísmica, propia de la iniciación de esa industria, es notoria la desestabilización de sus suelos y la manera como se deterioran sus vías ha demostrado que allí es mejor “dejar los santos quietos”.

En la zona plana, la sísmica, por la experiencia empírica, ha malogrado aguas subterráneas y las ha profundizado, negando a las comunidades su uso para otras actividades y son ya muy conocidos los casos de contaminación de ríos y afluentes que surten el vital servicio del agua.

El petróleo, ha mostrado su debilidad, con la baja internacional de su precio, pues el haber puesto “todos los huevos en un solo canasto”, mostró lo fallido de tal política, defendida desde la “confianza inversionista” de Uribe y continuada como “locomotora”, por el reelegido presidente santos.

Las regalías, forma de resarcir los daños y secuelas de la explotación petrolera, fueron “raponeadas”, con la aquiescencia abierta o encubierta de los partidos de gobierno y sus dirigentes regionales. El trabajo que podía ser un estímulo para los lugareños, ocasiona amenazas y muertes contra los directivos de trabajadores organizados que lo reclaman; la inversión de las compañías se esfuman entre consultorías y “profundos” estudios de impacto ambiental, mientras las comunidades sufren deficiencias en dotaciones elementales como vías, escuelas y saneamiento básico y luego de mucha bulla sobre supuestos cinturones agroindustriales, solo quedan “elefantes blancos”, monumentos a la improvisación y el despilfarro.

La protección del medio ambiente cuesta y por ello las multinacionales y la estatal petrolera, “escurren el bulto”. Como en la fábula de la zorra: las uvas están verdes; la riqueza que pulula, resulta inalcanzable y la supuesta fortuna se torna en daños y frustración dentro del territorio.

Villavicencio.

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